lunes, 20 de noviembre de 2006

"SUEÑO UNOS OJOS".

“...por aquellos ojos brujos
yo habría dado siempre más.”
(tango Cuesta abajo)



Algunos sueñan con serpientes. Yo sueño unos ojos, de neón.
Llevaba una vida ordinaria como todos acá, hasta la noche del día que los soñé por primera vez. De día hacía mi parte en la máquina, de noche salíamos a cazar. Diurno era marioneta. Pero en el crepúsculo empezaban a aparecer los otros, y a la medianoche salíamos en jauría. Matábamos luces a pedradas, esquivábamos ruedas más asesinas que nosotros. No había cosa que no hubiéramos probado; escupíamos palabras para agrandar el asco y el vacío. Nos reíamos de todo y nada tenía gracia. Repetíamos el ritual del vino malo y los humos aceptables, si robados mejor. El único consuelo era saber que defendíamos lo salvaje, con ligero desprecio por el orden de los cuadraditos. Nos meábamos de risa en los jardines de cusquitos peinados y asustadizos, los que temblaban en la falda de señoras muertas. Teníamos el poder de no importarnos un carajo la gente pintada, los cementerios bien podados, la garantía del cielo imaginario poblado por idiotas.

Pero entonces sucedió. No digo que no lo esperaba, que algo malo para esa vida tenía que pasar. Tal vez la salida del sol tuvo que ver, me dormí amaneciendo. Todavía hacía frío. Y los vi. Y me vieron, esos ojos me vieron. No, no eran de neón, pero para qué perder tiempo en hablar del brillo de esos incendios. Como una buena casa, no es lo que ves en ella, sino lo que ves desde ella. Vi que me veían (antes me creía invisible). Estuve inmóvil, no atiné a nada. Me desperté desnudo en la avenida, el sol era una mala broma de la ausencia. Sé que grité dónde están, mis ojos. Se hicieron para verme de verdad; fui hecho para ser visto por fin. Los de costumbre siguen mostrando las mismas cosas de siempre, apagados. Perdí la perspectiva al despertarme, al dormirme otra vez en este absurdo cotidiano. Ahora con el dolor de saber y la bronca de no hallarlos. Todavía.

No creo que puedas ayudarme. No te lo cuento para que recuerdes experiencias parecidas. No te miro de frente en un arranque de sinceridad. No busco tus historias ni tus opiniones. Solamente quiero aquellos ojos. Miro a todos un instante porque sueño con que aparecerán de este lado, y no sé dónde será. Hasta el rostro más horrible podría portarlos, y una boca tonta podría distraer el descubrimiento. Por ahora mejor no escuchar, ni decir más.

A veces sucede que vuelvo a verlos mientras duermo, y cada vez se confirma la revelación. Son enloquecedoramente ciertos. Lo demás no me importa.

3 comentarios:

mi vida sin mí dijo...

y entonces susurró

(me dejaste sin palabras)

luryfc dijo...

te doy mis ojos...
... si me das tus sueños.

Mi forma de Arte dijo...

Sueño unas manos que me dén tranquilidad.