jueves, 30 de noviembre de 2006

cosas por hechos

Claro, porque estábamos allí y todo el mundo pensaba que aquello era normal. La mesa, inevitablemente redonda,

los cigarrillos se consumían,

hacía frío en invierno y a las 9 cerraban la cafetería.

Porque como las cosas no variaban, eran normales.

Ana hizo eco de su fama de derramar el café

y

Violeta miró de reojo a Luis cuando él soltó su escandalosa carcajada.

La mesa de en frente giró la cabeza de forma sincrónica. Frío hacía en invierno.

Marcos no encontraba el mechero,

se debatía sobre cuestiones tan importantes como cual era el peor chiste del mundo

y la causalidad de que un cociente intelectual más alto implicase lo que al final siempre acabábamos denominando como 'raro', 'eso', 'cosa' o alguna palabra-compuesta-inventada cuyo significado sería 'eso'. Y en invierno hace frío.

Uno que tenía que irse antes porque mañana.

Otro que viene de ver a.

Rotaban

las sillas

en la mesa redonda

en la que los objetos devoraban el logotipo de la superficie mientras simulaban amontonarse.

Y era normal también que a María le diera por hacer gorros con los periódicos del suelo

o por inventarse un túnel de cajetillas de smoking kills o el-tabaco-es-perjudicial-para-su-salud-y-la-de-los-que-le-rodean, según vinieran del kiosco y de Gibraltar o del estanco de la calle peatonal.

Claro, porque todos estábamos allí y todo el mundo pensaba que era lo normal aquello.

'Tengo calor' dijo Clara.

martes, 28 de noviembre de 2006

Y volver...


...Y volver, con las manos vacías y el corazón amordazado, callado...Con las penas que no le bastan al alma, que pide clemencia... Con los ojos desteñidos, la mirada perdida, clavada en el ayer. Y volver, aún cuando sé que de nada valen los desmedidos intentos por no dejar que te lleves hasta mi pálida sombra desvanecida... Con los bolsillos vacíos de esperanzas, a destiempo, volver... Tejiendo mi propia destrucción, alargando las horas, matando lo poco que guardaba de mi felicidad.
Es que amanezco cada día en la manía de buscarte entre los retazos del pasado que me persiguen y borran mis pisadas. Amanezco aunque sea de noche, y desmayo a golpes las hojas del almanaque que me acusa tu ausencia, que me grita sin piedad. Volver...volver sin haberme ido, o haberme ido sin moverme de aquí, quizás porque me duermo en la esperanza de que regresas...

Volver, caminando de rodillas, abrazada a la miseria que me toma y me guía, que murmura cosas que ya es tarde para escuchar... Volver, volver a no ser todo esto que soy desde siempre... Volver para quedarme, estancar mis brazos entre tanto gris y saber que a éste lugar pertenezco desde que cambiaste mi nombre y me convertiste en fantasma. Volver, volver para no despertar... Volver, aunque de nada valga...Volver a soñar...

lunes, 27 de noviembre de 2006

A lo lejos

Nostalgia. No se describirlo de otra forma mas que nostalgia. Cuatro meses mas tarde y aún no me creo que este aquí. Cuatro meses mas tarde y aún sigo echando de menos las mismas cosas que añoraba estando allá. Aún no creo que no vaya a volver. Aún me despierto de noche, soñando que sigo allí.

Hay dias que me despierto y quiero mirar por la ventana y verla toda llena de edificios nublados. Quiero escuchar tu acento afrancesado y tu musica bizarra, o ser incapaz de ordenar tus libros. Quiero el olor a cafe quemado y el vertigo de un sexto piso. Quiero sentir que nadie me espera, pero que alguien se esconde detras de la puerta.

Pero aquí no hay jardines verdes ni gente que pasea. No hay terrazas frias para fumar. No estas tú, ni tu camara de fotos incansable. A lo lejos, intento recordar algo que no me gustaba de esa gran ciudad y siento que solo había una cosa... la nostalgia.

sábado, 25 de noviembre de 2006

De porqué me gusta el rojo.

El día más triste de mi vida fue soleado. No recuerdo la fecha ni a qué hora desperté, pero recuerdo que un envoltorio de caramelo de fresa se empeñaba romper la armonía verde de la hierba y que todos mis sueños se rompieron a la vez. Aún duele, si lo pienso. Si no lo pienso, no está. Los dedos estaban llenos de carboncillo y la tos no me dejó reír. Aquel día vi muchas espaldas y ninguna se mostró desde la perspectiva de un abrazo, porque los abrazos, como los amigos, estaban lejos y yo... había gastado todas las lágrimas para hacer un pastel de fresas. Ese día no escribí, puede que las manos no quisieran salir de los bolsillos. Y después olvidé los motivos, olvidé las consecuencias y sólo quedó una mota rosa en medio de la hierba. Creo que por eso no me gusta el rosa.

Todo para decir que te llamé

Latía muy despacio. Ahora todas las cosas las hacía despacio. Y marcar también. Pero no porque no recordara bien los números, aquella amnesia era sólo nominal, y algún día se curaría, algún día recordaba el título del libro que buscaba 'crónica de una muerte anunciada'. Esos libros no venían solos porque sí. Venían con los sábados de frío. Y hoy estaba chispeando. Igual era mejor dejar que lloviera, así teníamos una excusa para no vernos, y la vida seguía siendo sencilla.

Segundo latido después de marcar cada uno de los nueve números separados por comillas, hechas de segundos impares. Una bicicleta muerta-de-frío saludaba desde el balcón, 'te he echado de menos hoy' decía. 'Va a llover' decía. Estaba oscuro a las 7 y a las 6 no había mirado por la ventana, pero tú no estabas, no hacía falta mirar por la ventana.

El tercer latido era más caprichoso, le gustaba seguir el ritmo del tono del auricular. 'No hay nadie' decía el auricular. 'Shh, espera'. 'Este es el contestador...' decía el auricular y luego piiiiii. Pero no quería hablar con una máquina que sabía los números de uno en uno y rompía la gracia de las últimas dos cifras. Ni siquiera le dijo adiós. La segunda vez tampoco.

El cuarto latido rompió la voz y no dijo nada. 'No hay nadie' pensó. Y luego pensó que igual la casa estaba vacía. Se le ocurrieron miles de situaciones en las que la casa estaría vacía y tú estarías en muchos sitios, pero como no recordaba la ciudad de los tranvías, se dio cuenta de que no conocía esos sitios, porque si no, los recordaría. Los nombres no. Algún día se curaría. Era cuestión de tiempo. Dejó que el teléfono siguiera su continua espera para gritar 'llaman!' en cualquier momento del día, y se marchó de la habitación, para hacer otras cosas. O para no hacer nada. O para no hacer otras cosas.

Luego se preguntó si tú también estabas pensando en los tranvías, pero como no tenía más ganas de pensar, ni de latir, ni de hablar con la bicicleta, ni de mirar por la ventana, volvió a coger el libro y decidió que el teléfono haría el trabajo de esperar, al menos hasta que no quedasen más páginas en el libro, hasta que se hubieran desintegrado todas, igual que los latidos, cuatro, cinco, llueve, aquí llueve, pero y allí?

viernes, 24 de noviembre de 2006

Allí en lo alto

Hay 3 clases de personas en esta biblioteca. Los que escriben en folios, los que tienen portátil y los que tienen un portátil muy pequeño. Estos últimos son los mejores. Tienen todo lo que un estudiante de ingeniería podría desear. Música, internet, trabajo y todo ello dentro de un cacharro precioso. Seguro que ellos aprueban más. Apostaría a que son más felices. Fíjate como teclean. Cuantas cosas se pueden hacer con ese invento. Los observo. Catean por el messenger con otros que están tan aburridos como ellos. Les envidio, ojalá pudiera yo conformarme con eso. Sería mucho más sencillo si no me picara este gusanillo. Si no se me revolvieran estas fuerzas dentro. Hoy almorcé más de la cuenta.
Quiero ser el primero. Llegar tan alto que este mundo opresivo que ahora me rodea no sea más que un puntito negro.
Por eso te quiero a mi lado. Porque tu también sientes en ocasiones esto que yo a veces siento. Porque se que tú puedes lograrlo. Porque contigo ese sitio de ahí arriba será más bonito, más divertido e interesante. Más placentero. Será no una idea o un deseo, sino algo que toquemos con los dedos. Por eso no me paro. Tengo que encontrar ese lugar. Creo que está en el extranjero. En una ciudad muy grande, inmensa. Quizás en un pueblo. Si quieres venirte conmigo yo te tiendo la mano para que me acompañes. Si no, allí te espero. Si ves que tú lo encuentras antes llámame, que a veces soy muy lento. De cualquier modo se que allí en lo alto nos veremos, cerquita del cielo.

jueves, 23 de noviembre de 2006

Prosa al amor platónico

No hay lugar para ti aquí abajo. Arriba, en el éter, entre los astros te hallas, pero ni siquiera con el telescopio alcanzo a verte. Mis gemelos ojos no se cansan de buscarte, allá más arriba del lugar desde el cual nace y cae la lluvia, con la nostalgia de querer volver a nacer y ser de nuevo mi sed. Te vi entre las copas de las dos y las tres de la madrugada, para despedirme de ti a las seis del alba. No pude más que cantarte, a lo lejos, las frases que siempre quise decirte y que nunca supe ni pude decirte. Sonreías al escucharlas, no sé si por mi pronunciación ebria e indiscernible, o por lo puro que había en ellas y que era de tu agrado. Te acercaste a mí para darme una mala noticia: que solo estabas de paso, que te marchabas lejos, al mismo lugar donde se va la noche, que no volvería a verte nunca más. Te dije que te quedases un rato más, que apurásemos la noche hasta el primer rayo de sol. En ese momento una luz te iluminó de lleno, como si la naturaleza estuviese conspirando contra mí. El sol me había traicionado, salió a relucir sin tener en cuenta el tiempo, mi tiempo. Y tú, silueta resplandeciente, no dudaste en echar a volar fuera de mis delirios. De nuevo te fuiste a ocupar lo etéreo, lo que está fuera del tiempo, lo eterno, tú. ¿Por qué tuviste que marcharte? Tal vez porque es mejor que no quede huella de lo que jamás ha existido, porque es mejor que sigas reposando entre delirio y delirio mío.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

La Camisa Azul

Tumbado, luces blancas, manos. Me anestesian, no duermo del todo. Puedo notar cómo afeitan mi cabeza. Siento cómo la maquinilla corta poco a poco cada mechón de mi pelo. Los músculos de mi pierna se contraen de manera compulsiva. Si puedo sentir esto podré sentir el dolor cuando abran mi piel. No entiendo nada, mantengo los ojos cerrados y me hago el dormido. Casi han terminado de pelarme. Noto cómo toquetean mi cabeza, oigo gente que deambula a mi alrededor. “Oye, ¡que no estoy dormido!”. Mi madre, que está a mi derecha, me explica que es normal, que solo me han puesto un calmante. Me están preparando para la operación. Es a vida o muerte. Tengo algo en el cerebro que me está matando. “ Tú relájate, ahora te traerán una camisa azul, debes ponértela. Luego te dormiremos”, me dice alguien. Qué cojones está pasando aquí. “Pero, ¿por qué no me lo contasteis antes?”, pregunto yo, más dolido que enfadado. “Lo más seguro es que mueras, y pensamos que lo mejor era que pasaras tus últimos días tranquilo, sin saber nada” me responde esa voz que no se de dónde de sale. Los odio a todos por lo que me han hecho. Cómo es posible que no me dijeran nada. Continúan con los preparativos. Yo me concentro, tengo que encontrarlo. Pongo toda mi atención en notar, percibir en qué parte de mi cerebro está ese mal que me está matando. Lo que me está envenenado son todas las cosas que no me atreví a decir.Me observo por dentro. Puedo ver una mancha negra en la parte superior, en el lóbulo derecho. Es del tamaño de una nuez.Entran ortos, traen la camisa azul, la miro… Me echo a llorar, lloro desconsolado, como un niño chico. No quiero morir. No, no, no puedo morir.
Despierto, estoy en mi cama. Sigo llorando. Mi alma necesita que llore. Lloro hasta quedarme dormido.

Como inventarse un libro ...

¿Nunca os ha pasado que os inventais un libro? A mi me pasó una vez.

Empece a leer un libro sobre guerras, grupos terroristas y asesinatos a sangre fría. Sobre penas de muertes y cadenas perpetuas. Sobre violaciones, desapariciones y asesinatos. Sobre un país que se sentia perdido. Sobre pueblos desencadenados en robos, mentiras y engaños. Sobre gente que lloraba y sufría junto a gente que reía y festejaba. Sobre imagenes en blanco y negro y pesadillas a color. Hombres muriendo por otros hombres. Hombres sin abrigos, sin dinero y sin alma.

Entre tanto frío me quedé dormida y soñé que leía un libro nuevo. Un libro sobre tolerancia y amistad. Sobre familias y pueblos unidos. Sobre gente que se desvivían por ayudar a sus hermanos. Sobre gente sincera y generosa.Sobre gente cristalina como el agua.
Un día me quedé dormida y me inventé un libro.

lunes, 20 de noviembre de 2006

"SUEÑO UNOS OJOS".

“...por aquellos ojos brujos
yo habría dado siempre más.”
(tango Cuesta abajo)



Algunos sueñan con serpientes. Yo sueño unos ojos, de neón.
Llevaba una vida ordinaria como todos acá, hasta la noche del día que los soñé por primera vez. De día hacía mi parte en la máquina, de noche salíamos a cazar. Diurno era marioneta. Pero en el crepúsculo empezaban a aparecer los otros, y a la medianoche salíamos en jauría. Matábamos luces a pedradas, esquivábamos ruedas más asesinas que nosotros. No había cosa que no hubiéramos probado; escupíamos palabras para agrandar el asco y el vacío. Nos reíamos de todo y nada tenía gracia. Repetíamos el ritual del vino malo y los humos aceptables, si robados mejor. El único consuelo era saber que defendíamos lo salvaje, con ligero desprecio por el orden de los cuadraditos. Nos meábamos de risa en los jardines de cusquitos peinados y asustadizos, los que temblaban en la falda de señoras muertas. Teníamos el poder de no importarnos un carajo la gente pintada, los cementerios bien podados, la garantía del cielo imaginario poblado por idiotas.

Pero entonces sucedió. No digo que no lo esperaba, que algo malo para esa vida tenía que pasar. Tal vez la salida del sol tuvo que ver, me dormí amaneciendo. Todavía hacía frío. Y los vi. Y me vieron, esos ojos me vieron. No, no eran de neón, pero para qué perder tiempo en hablar del brillo de esos incendios. Como una buena casa, no es lo que ves en ella, sino lo que ves desde ella. Vi que me veían (antes me creía invisible). Estuve inmóvil, no atiné a nada. Me desperté desnudo en la avenida, el sol era una mala broma de la ausencia. Sé que grité dónde están, mis ojos. Se hicieron para verme de verdad; fui hecho para ser visto por fin. Los de costumbre siguen mostrando las mismas cosas de siempre, apagados. Perdí la perspectiva al despertarme, al dormirme otra vez en este absurdo cotidiano. Ahora con el dolor de saber y la bronca de no hallarlos. Todavía.

No creo que puedas ayudarme. No te lo cuento para que recuerdes experiencias parecidas. No te miro de frente en un arranque de sinceridad. No busco tus historias ni tus opiniones. Solamente quiero aquellos ojos. Miro a todos un instante porque sueño con que aparecerán de este lado, y no sé dónde será. Hasta el rostro más horrible podría portarlos, y una boca tonta podría distraer el descubrimiento. Por ahora mejor no escuchar, ni decir más.

A veces sucede que vuelvo a verlos mientras duermo, y cada vez se confirma la revelación. Son enloquecedoramente ciertos. Lo demás no me importa.

domingo, 19 de noviembre de 2006

El Caramelo

Faltan aún 4 interminables clases para la hora h. Tomo apuntes, atiendo a las explicaciones y oigo como tose. Está sentada 2 o 3 filas detrás de mí. No miro, pero se que es ella la que tose. Falta ya poco para el descanso y la pobrecilla no para de toser. Busco un caramelo y lo guardo en mi bolsillo. Salimos, enciendo un cigarro y ella va al servicio. La espero frente a la puerta, no hablo con nadie, solo la espero a ella. Vuelve y se acerca a mi. Sonrío. “ ¿Eras tú la que tosía?” pregunto. “ Sí, es que de pronto me he puesto muy malita”, responde ella, con cara de penilla. Es pura dulzura cuando se mueve como una niña chica. Meto la mano en el bolsillo, hago como el que busca algo y no lo encuentra. Saco el caramelo, “Tómate esto, verás como te alivia”. “Muchas gracias, pero ahora no me lo voy a tomar, dámelo luego” dice ella. “Guárdatelo y te lo tomas cuando quieras” respondo yo. Ella coge el caramelo, “Gracias”. Sonreímos. “Escúchame mujer, si te encuentras mal vete a tu casa y descansa. Cuídate bien ese resfriado. No quiero que te empeores por mi culpa”. “Ya... si yo no voy obligada. Dejemos que el tiempo pase, a ver cómo me encuentro”.
Entramos a clase. Sigo tomando apuntes, continuo atendiendo a las explicaciones. Y ella no para de toser. Termina la clase. Salimos. “Oye, que creo que no voy a poder ir al cine. Me encuentro regular nada más” dice ella con cara medio de enfermita, medio de tristona. “No te preocupes mujer, recupérate... Días hay muchos”. Respondo, intentando sonar lo más comprensivo. “Ya, pero no todos los días hay cine gratis. La verdad es que tenía ganas de ir. A ver que tal me siento luego”. De pronto siento un profundo odio por el frío en general y por el del invierno en particular. Voy a la biblioteca a estudiar. En la siguiente hora nos veremos.
Llego a la puerta de clase. Allí está ella, con sus amigos. La saludo con la mirada, me enciendo un cigarro y me alejo del grupo. No quiero acercarme a hablar con ella. No quiero que me diga que sigue sintiéndose enferma. No quiero resultar pesado. Llega la profesora, hoy la clase no es en el aula, tenemos que ir al laboratorio. Camino hacia allí, yo solo. No tengo ganas de hablar con nadie. Ella viene detrás de mi, puedo notarlo. Me freno un poco. “Oye que al final sí que voy. Me encuentro mucho mejor” dice ella con una sonrisa angelical dibujada en la cara. Sonrío. “Ahora respiro mucho mejor. Y el caramelo que me diste me alivió la garganta”.Sonreímos. De repente siento una profunda admiración por el hombre que inventó los caramelos.

Menestra de verduras

Sabes? de pequeño solia pensar que todos teniamos un tazón de cosas malas y un tazón de cosas buenas.. iguales.. y que cuando te pasaban todas las cosas malas, ya sólo quedarian las cosas buenas.. por q sólo tenias esos dos tazones para rellenar tu vida.

Con el tiempo empiezo a pensar que el tazón de cosas malas es más grande.. luego pienso que quizás no sepa ver el tazón.. luego pienso que no me gusta pensar que no me van bien las cosas por que probablemente no sea asi.. aunque quizás sea un intento de autoconvencerme... luego me hago un lio tan grande como un tazón de cosas malas.. y dejo de pensar.

sábado, 18 de noviembre de 2006

la última vez que lo vi

La última vez que lo ví. Un día a principios de Agosto. El calor arañaba la espalda. Tumbados a la sombra de cualquier playa. Sin saber qué decir, sin saber como mirarnos. Estabamos en una conversación de esas que te abstraen, que te ayudan a pensar en otras cosas mas importantes.
Entonces dejó de hablar y se quedó mirandome a los ojos. Una mirada de esas que acaban en un beso y lo sabes y apartas la mirada. Clave la mirada en el agua.
Qué relindo, ¿verdad?. ¿El agua? Sí. ¿Quieres ser mi chico? ¿Cómo tu chico? ¿Qué quieres decir con tu chico? Quiero que seas mi chico, para siempre. ¿Cómo voy a ser tu chico por siempre? Hoy es la última vez que nos vemos. Para siempre no significa que pienses en mí cada día, ni que nos queramos para siempre. Significa para siempre hasta que te vayas. ¿Quieres que sea tu novio hasta dentro de unas horas? Si, hasta que te vayas. Nunca nadie me pidió que fuera su chico. ¿Entonces no quieres? Si, claro que quiero. Pero nunca pensé que el amor eterno pudiera durar tan poco. No, este amor no es como el de los libros que te lees. Es el amor del siglo XXI. ¿Sabes lo que creo que es? ¿El qué? Es el amor europeo. Seguramente.

Pero espero...

Quién puede hacer que el dolor desaparezca...

Si al final.. tengo puesto el mar de llorar...

No se que es lo que espero...

viernes, 17 de noviembre de 2006

Invierno

Era imposible ignorar el invierno. Entraba por la ventana y jugaba con el humo de un cigarrillo malgastado. Y cada invierno más, invierno menos, congelaba hasta los órganos más cálidos porque no había mantas de lana, ni estufas, ni mesas de paño, y los témpanos de hielo de la ventana parecían hechos de esa sustancia de caramelo de rábano con que los ocupados Curris moldeaban un mundo perfecto.
Algunos sabores sólo están en la imaginación. Tampoco conoció muchos olores, pero uno en concreto se volvió obsesión. El olor a verano, a piel tostada, a luz amarilla de las fotografías que se inundaron aquel invierno. Y mientras, corrían las horas, como agua de presas rotas, sin modales. Tocaba el frío a la puerta y llegaba acompañado de la humedad de los hongos azules del queso sobre la mesa, y solo. No llegabas tú, tan sólo copias incompletas e inviernos. Puede que no existas, o estás muy lejos, a miles de estaciones, y metros llenos de gente que se te parece.
Entonces cruzaba los brazos para no tiritar, las miradas se perdían y los perdidos no se miraban, a pesar de que las ventanas estaban abiertas, era imposible ignorar el invierno.

Broken

- "Tell me" He asked me
- "I'm not sure, you are so..." I answered him
- "But why? I don't undrestand you"
- " You must not understand it, it's dificult even for me" I replied
- "So, I think that this is the end" His trembling words said me
- "Don't be frightened, it's only me"
- "Not only you, it's you, your life and mind, and I among all those things" Suddenly his soul told that and my eyes answered with no tear

(A cold goodbye, shaking our hands. Everthing has been done, and of course, I was no sure about anything).

jueves, 16 de noviembre de 2006

Domingo... ni si quiera es un dia mas...



Este eres tú...en la azotea... de noche.. hace frio... te gusta el frio... te hace sentir vivo... como le pasa a Ann... es curioso haber soñado alguna vez estar en una situación similar a la que estuvo ella... nadie lo entendería....

Te acompaña la Luna.. y una canción que consigue sensibilizarte hasta el punto de poder llorar y sonreir... te gusta llorar... te gusta sentir que te exprimes el corazón y en cada lágrima que se va de ti también se van las ganas de volver a la realidad...

Quédate... quedate ahi.. no vuelvas; te gritas... pero volverás y volverás a dejar de sonreir.. por que no hay nadie.... no hay nadie que vuele en mi trazo...

Te vas.. miras la Luna como si fuese la ultima vez que la miras... como si supiese q pensarás en ella... y que volverás.. pero sabes? te vas... si, volverás.. pero te has ido...

Ahora lloras... de otra manera muy diferente.. las lágrimas invisibles... la mano abierta.. débil... Bienvenido a la realidad que te impide vivir.. pero no acaba contigo...

Ya estás solo.... sólamente solo.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Y de repente dijo Shakespeare...

"To be or not to be that is the question" no es algo original, lo sé. Y nos quedamos todos tan tranquilos al oir eso, y solo se nos pasa por la cabeza "of course". Y por qué, donde está la razón, qué tiene que ser o dejar de ser. Quizá no lo entienda o tal vez no fuera una verdad absoluta como la gran mayoria asume. Y si es la gran mayoría la que lo asume, donde está esa minoría que difiere, que es lo que piensa?

Dicen, dime.

Duermo... duermo en el faro mientras una beluga que sueña con salir de su pecera nada alrededor de una luna hundida en el mar, iluminando el fondo, que ha caido para demostrale a un banco de lágrimas que los domingos no siempre serán amarillos...

Dicen que la lana, mojada, pesa más.

el color de los domingos

- Los domingos...de qué color son?

- Los domingos son amarillos. Con sombras en sepia. Algunos brillan otros toman un tono ocre.
A veces hay que cerrar los ojos mucho porque el brillo le da dolor de cabeza a las resacas; otras, el ocre parece líquido y se mueve en escalas de color.

Pero hay que tocarlo...

- A mí los domingos me dan algo de miedo.

- El miedo también es amarillo.

- Sepia.

- ¿Te vale mi respuesta?

- Cuélgala con la lana, que resiste.


(mis conversaciones en el messenger 1)

martes, 14 de noviembre de 2006

Puede ser

NO


to...@

miercoles

Si no me engulles ¿Cómo vas a enamorarte de mí?


¿por qué no te pasas esta noche a cenar? Taparé todos los espejos mucho antes de que llegues y tambien puedo cocinar. Tengo una nueva receta que quiero probar, dice que solo tengo que hornearme los pies hasta que las uñas esten doradas. Trae tú el vino y si al final no vienes me marcharé al bingo.

lunes, 13 de noviembre de 2006

y aparte

Busco un punto de partida que no me lleve a caminos ya trazados.

domingo, 12 de noviembre de 2006

Mi Religion

¿Cual es el nombre de esta religión?

No tiene nombre.

¿Cuales son los mandamientos de esta religión?

No hay ningún mandamiento.

Esta religión solo tiene dos principios básicos, dos axiomas:


1- TODO lo que ves a tu alrededore es DIOS

2- TU también eres DIOS

objetos imposibles de luz y otros materiales inestables

Hacía tiempo que le gustaba jugar con las palabras. Le recordaban a esas piezas de colores, con huecos y protuberancias con las que se podía construir casi cualquier cosa. De niña tenía un maletín amarillo lleno de piezas color cereza, limón, piscina y césped. Un día intentó construir una noria, era bastante abstracta porque las norias son redondas y la suya esquinaba demasiadas veces, pero eso no era importante. De pronto, las luces de aquella feria de verano se apagaron al meter la mano en el maletín, completamente lleno de aire que los pesimistas llamaron 'vacío de piezas'. Nunca le regalaron otro maletín, la señora sociedad decía que las niñas deben jugar con muñecas. Pero tuvo la suerte de tener hermanos y miles de piezas nuevas color manzana, sol, entrenubes y guisante. Cuando no había piezas, desmontaba cualquier cosa. Cuando no sabía volver a montarla, inventaba aparatos inútiles y viejos.

Objetos imposibles.

Después llegaron los puzzles y casi a la vez, los lápices. Sin darse cuenta, se convirtió en coleccionista y eso que se sentía como un maletín amarillo en los ojos de un pesimista. Todo el mundo tenía aficiones, Eva sabía tocar la guitarra, Luís jugaba al baloncesto, Pablo y su ajedrez. Ella no sabía hacer nada especial. Intentó cantar pero la echaron por no ajustarse al compás marcado, dibujaba por las tardes hasta que un sueño más se rompió por cosas de la vida. Y ya no lloraba, eso alejaba las tardes tristes, y a ella le gustaba estar triste a veces. Si estaba triste, coleccionaba palabras bonitas, las desarmaba como lo hacía con los aparatos viejos, las miraba, jugaba con ellas, dejaba los congeladores para quedarse con las heladeras, y no tomaba sino que robaba prestadas algunas frases de miles de libros de los que nunca conseguía retener el título. Lo bueno de las palabras era que podía hacer una noria, dos norias, diez norias, podía repetirlas o hacerlas diferentes, llenas de esquinas o esféricas, grandes, pequeñas norias y nunca se gastaban las letras.

Algunas noches, alguien subía a la noria y desde allí se veía la ciudad desde arriba y se contaban más estrellas. Incluso tuvo tanta suerte que un verano comprendió que se había hecho coleccionista de muchas cosas, de piezas y colores, de flores y ruiditos, de besos, ojos, sensaciones y de objetos imposibles. Como un cubreparaguas, un tren de cartón, una luna de agua, una máquina de burbujas de miel, una llave roja al revés...y cada pieza, como un puzzle, cada pieza, en su sitio, cada pieza y todas ellas en un maletín de sueños.