Seguramente sea verdad.
Me enamoré de las noches
y de las calles desiertas.
Me enamoré del silencio de mi voz
y de la soledad de mi habitación.
De las luces lejanas
y de la lluvia sobre mi nariz.
Del olor de mi pelo
y del color de mi sombra.
Me enamoré de mi propio abrazo
y de mis manos frías sobre mi espalda.
jueves, 21 de febrero de 2008
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