jueves, 21 de febrero de 2008

Con las manos frías

Seguramente sea verdad.
Me enamoré de las noches
y de las calles desiertas.

Me enamoré del silencio de mi voz
y de la soledad de mi habitación.

De las luces lejanas
y de la lluvia sobre mi nariz.

Del olor de mi pelo
y del color de mi sombra.

Me enamoré de mi propio abrazo
y de mis manos frías sobre mi espalda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada mejor como enamorarse de una misma, al menos sabes que no te harás daño.. por la cuenta que te trae no? jaja. Me gusta el blog ^^

besote

cubreparaguas dijo...

me enamoré de mi ombligo con todos sus recovecos, de las arrugas de mi cuerpo, de las ojeras los días sin sueños...
me enamoré de mí hasta el punto de saber que ahora podría incluso enamorarme de ti.