Sólo puedo pedirte que no vuelvas, no tengo nada más que decir. Ni siquiera le encuentro sentido, como a los congitos de chocolate blanco. Mientras más pequeña me hago, más me contamino, puedo cortar y cortar pero las cosas no son infinitas. Todo tiene un principio, un motivo, y un final con dos motivos diferentes que a veces convergen sólo por capricho.
Mueve la cucharilla, forma un remolino y los arañazos entonces sonaban igual, o estoy perdiendo la cabeza, o ya la perdí este verano. Mezclame bien con los otros recuerdos borrosos, hasta que no recuerdes mi olor ni mi forma de besarte, ni siquiera mi voz. Porque lo que más deseo es desaparecer de ayer y de antes de ayer, confundir mañana con para siempre y sentarme al sol los domingos, estar entre otros codos y la cabeza sin esforzarse, no vendría mal tampoco.
Vuelves, fantasma como la sombra de Peter Pan o el calor de una chimenea, y ambiguo, como siempre. Algunas cosas sí son para mañana. Justo cuando tu nombre sólo era una combinación de letras demasiado viciada por mis labios y rechazada por mi lengua. ¿Por qué vuelves? si ya rompí a arañazos todas aquellas puertas azules...
sábado, 13 de enero de 2007
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3 comentarios:
Conguitos de chocolate blanco.
Capricho.
El calor de una chimenea.
Por eso es que volví.
no hay final si hay que seguir
a veces es bueno que haya un final
los reencuentros no siempre son deseados
los cabos sin atar aprietan al sol
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